“Ya subí mi canción a Spotify, eso prueba que es mía.”
En realidad, publicar no es lo mismo que registrar. Subirla a plataformas digitales no garantiza protección legal ni demuestra autoría en caso de conflicto.

“Mi canción es original porque la letra la escribí yo.”
Parcialmente. La letra es solo una parte. Si la música, la base o el sample vienen de otra fuente, puedes estar infringiendo derechos aunque la letra sea tuya.

“Usé un beat libre, así que puedo monetizar mi canción sin problema.”
Depende. Muchos beats “libres” tienen restricciones de uso comercial o piden atribución. Si no lees los términos, te arriesgas a reclamos.
“Le di crédito al artista original en la descripción, eso me cubre.”
No es suficiente. Atribuir no reemplaza el permiso. Sin licencia, puedes estar infringiendo incluso si nombras al autor.
“Solo usé unos segundos de otra canción, eso no cuenta como copia.”
Sí puede contar. No hay un número mágico de segundos “seguros”. Si es reconocible y no tienes autorización, puede haber infracción.
La creatividad también se protege. Conocer las reglas de propiedad intelectual no limita tu música: la potencia, la respalda y te da herramientas para crecer sin riesgos.