Taylor Swift es un referente del uso de la propiedad intelectual en la estrategia de potenciamiento de una carrera artística. Más allá de su talento musical, ha creado un portafolio marcario con más de 400 registros en 15 países, que abarca desde su nombre hasta títulos de álbumes, frases icónicas y e incluso los nombres de sus gatos.
Con el lanzamiento de The Life of a Showgirl, Swift volvió a adelantarse legalmente al registrar tanto el título como su sigla para productos que van desde música hasta mercancía diversa. Cada estreno se convierte así en una estrategia cuidadosamente diseñada que mezcla arte, negocio y protección jurídica.
Un hito en su estrategia fueron las regrabaciones Taylor’s Version, con las que transformó la marca en un símbolo de independencia frente a su antiguo sello. En una industria globalizada, su ejemplo demuestra que nombres, títulos y expresiones creativas son activos marcarios esenciales para garantizar control y valor a largo plazo.
